Los despachantes de aduana actúan como agentes auxiliares del comercio y del servicio aduanero. Son los encargados de la clasificación de la mercadería, la declaración aduanera correspondiente, confección y tramitación de los documentos requeridos para todas las operaciones de comercio exterior. El despachante opera en representación de la empresa importadora/exportadora o de la persona o ente que lo contrata a tal efecto.
Es en este ámbito en el que el Agente hoy desempeña su actividad, asumiendo nuevas responsabilidades que exceden a una correcta declaración arancelaria, tarea ya de por si importante, en virtud que implica la justa percepción de los tributos por parte del Estado, sino que además ha ido asumiendo mayores responsabilidades en distintas áreas del comercio internacional.
Para el Estado, el Despachante se ha constituido en una garantía fundamental. En la actualidad se le considera como un interlocutor válido con el cual las Aduanas pueden contar para asignarle responsabilidades, algunas de ellas tan tradicionales, pero no por ello menos relevantes, como el pago de multas por eventuales declaraciones inexactas, pero otras totalmente novedosas que se han generado por el avance del crimen organizado, que llegan incluso a hacerlo responsable en algunos casos de conocer el origen de los fondos con los que se realiza una operación comercial, con el objetivo de prevenir maniobras de lavado de dinero. En definitiva, si evaluamos la situación actual a nivel internacional, veremos que la tendencia que siguen las Aduanas es la de no renunciar a contar con la intervención preceptiva del Agente aduanero, sino que por el contrario lo establece como un aliado estratégico que colabora en proteger fronteras, al conocer a quien va a concretar una operación aduanera, y por ende determinar su licitud, o los riesgos que la misma puede representar.
En la mayoría de los ordenamientos aduaneros, se exige hoy que el Despachante conozca a su cliente, integre garantías pecuniarias, y en definitiva responda por la declaración que realiza en representación del mismo. En virtud de esta exigencia, el Agente de Aduana suma entonces seguridad a la cadena logística, asegura la percepción de la correcta renta fiscal, cumple en muchos casos tareas propias del Estado y asume responsabilidades por su representado.