Una vez producidos, los productos alimenticios necesitan ser limpiados, acopiados, empacados, almacenados y transportados a los mercados urbanos. Se necesita contar con mercados rurales, infraestructuras de manipulación, almacenamiento y de transporte, así como carreteras, y además los agricultores, transportistas y comerciantes necesitan conocer las técnicas adecuadas para prevenir el deterioro y la contaminación de los alimentos.
Las infraestructuras eficientes de comercialización, como por ejemplo, centros de acopio, mercados minoristas y mayoristas y almacenes, son fundamentales para asegurar una comercialización rentable, minimizar las pérdidas poscosecha, reducir los riesgos sanitarios y garantizar un suministro estable de alimentos básicos. Las características de los mercados mayoristas están cambiando continuamente a medida que la venta minorista se adapta al crecimiento urbano, a la creciente función que cumplen los supermercados y al aumento de la capacidad adquisitiva de los consumidores. Es necesario abordar el conflicto que se plantea entre los sistemas tradicionales y modernos de distribución alimentaría, con el fin de reducir al mínimo los impactos negativos sobre las oportunidades de ingreso de los numerosos agentes formales e informales que participan en el sistema económico alimentario.
Un importante factor a tener en cuenta en el diseño de las políticas alimentarías es que el sector comercial informal cumple una función esencial como distribuidor de alimentos en las zonas urbanas de bajos ingresos y como generador de ingresos para las familias pobres. Se requiere una actitud positiva por parte de las autoridades y de los programas especiales, para facilitar las actividades informales de venta de alimentos y minimizar cualquier eventual consecuencia negativa.