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Una escuela que supere la exclusión

Un buen sistema escolar asegura altos niveles de conocimientos a sus alumnos, pero no se puede agotar en esto, sino que además debe apuntar a eliminar aquellas desigualdades en los niveles de conocimientos de los alumnos que dependen esencialmente del nivel socioeconómico de sus familias.

La tarea no es fácil, ya que todos sabemos que la pobreza y la indigencia se concentran en quienes tienen una escasa escolarización. Según el Barómetro Social de la UCA en el año 2016, la pobreza afectaba al 33 por ciento de las familias, pero esta proporción descendía a 18 por ciento entre quienes habían completado la escuela secundaria, mientras trepaba al 47 por ciento entre quienes no la habían completado.

Ya sabíamos desde hace tiempo que nuestra escuela secundaria registraba una graduación no solo escasa sino también desigual, ya que de cada 100 niños que ingresaban a un primer grado privado terminaban el secundario 70, pero de cada 100 que ingresaban a un primer grado estatal concluían la escuela secundaria apenas 30.

Pero ahora conocemos los resultados de la Evaluación Aprender 2016, que en octubre pasado examinó en 6366 escuelas estatales y 3959 escuelas privadas el nivel de los conocimientos de 319 mil estudiantes del 5/6” año secundario.

Estos resultados indican que la escuela ha dejado de ser socialmente integradora y no está quebrando el círculo negativo de la reproducción intergeneracional de la pobreza, ya que el nivel de conocimientos de los adolescentes depende esencialmente del nivel socioeconómico de sus padres. Veamos qué nos dicen estos resultados en el caso de Matemática: -No llega al nivel básico de conocimientos el 40,9 por ciento de todos los alumnos del último año secundario, en la evaluación del año 2013 había sido 40 por ciento. Pero hay grandes desigualdades, ya que entre quienes asistían a escuelas privadas esta magnitud disminuía al 25,7 por ciento, pero trepaba al 49,2 por ciento entre quienes asistían a escuelas estatales. Es decir que esta grave deficiencia es el doble en el caso de las escuelas estatales comparadas con las privadas.

-Los resultados vinculados al nivel socioeconómico de las familias de los adolescentes evaluados, nos indican la profunda desigualdad existente en nuestra sociedad. De cada 100 adolescentes pertenecientes nivel socioeconómico alto, 21 obtuvieron un desempeño “Por debajo del nivel básico” de conocimientos, mientras de cada 100 adolescentes de hogares de nivel socioeconómico bajo nada menos que 59 exhibieron ese bajo nivel en Matemática; o sea, nada menos que el triple.

-Asistir a una escuela privada está, en muchos casos, directamente ligado al nivel socioeconómico de las familias, ya que esta prueba Aprender revela que en el decil socioeconómico más bajo asisten a escuelas secundarias privadas apenas el 8 por ciento de los adolescentes, pero esta proporción crece al 75 por ciento en el decil más alto, es decir nada menos que 9 veces más.

Mientras el nivel de conocimientos de nuestros niños y adolescentes dependa del dinero que tengan sus padres nos alejaremos cada vez más de un país no solo con justicia social, sino también con un crecimiento económico sostenido ya que seguiríamos destruyendo capital humano, que es la clave del progreso en este siglo científico y tecnológico.

El principio básico de la justicia social es la vigencia de la igualdad de oportunidades para todos, más allá del origen económico, étnico, social o de género. Si se pretende disminuir la pobreza, las propuestas no pueden agotarse únicamente en la cuestión del “ingreso transitorio y monetario”; otorgando subsidios a las familias, con esto solo no alcanza.

Para mejorar la distribución del ingreso y disminuir la pobreza es ineludible una educación que haga más equitativa la distribución del capital humano, haciendo así coherente la disminución permanente de la pobreza y la indigencia con la capacidad productiva de la economía del país. Las naciones que hoy avanzan y reducen la pobreza lo hacen siempre fortaleciendo el proceso de acumulación de capital humano a través de la educación y también del cuidado prenatal y de la primera infancia. Tenía mucha razón Confucio cuando sostenía que “Donde hay buena educación no hay distinción de clases”.

 

Alieto Aldo Guadagni es ex secretario de Energía y miembro de la Academia Nacional de Educación. Gisela Lima es especialista en educación del Centro de Estudios de Educación de la Universidad de Belgrano.

Artículo del diario Clarín del día 28/04/2017

 

Lo que se puede apreciar a simple vista en el artículo elegido es una amplia desigualdad en la educación que reciben los niños cuyos padres tienen un estatus mayor en la escala social vs los padres con ingresos menores que tienen la desgracia de mandar a sus niños a escuelas públicas.

Lo mencionado en esta noticia es exactamente lo contrario con las ideas de Juan Amós Comenio que tenía una clara visión de igualdad en la educación y su actividad pedagógica se basaba en ello.

«Su labor pedagógica se caracterizó por la defensa de la igualdad en la educación. Consideraba que el pueblo sencillo también tenía derecho a la educación, luchó porque el niño con bajos recursos económicos tuviera igualdad de condiciones con respecto a los niños con una alta solvencia económica, criticó la disciplina mecánica y los métodos utilizados en la enseñanza para la mera memorización. Propuso la necesidad de transformar estos métodos, y encontrar nuevos sistemas de enseñanza que no sólo posibilitaran aprender mucho mejor y más vivadamente lo que ya se enseñaba, sino también permitieran al estudiante ampliar su espectro de conocimientos a un universo más rico y complejo del heredado por la tradición clásica».