El cambio tecnológico hace referencia a la incorporación de nuevas tecnologías, formas de uso, nuevas reglamentaciones y nuevos productos derivados de la tecnología. Es un proceso temporal y acumulativo, que incrementa la habilidad de los grupos para resolver sus problemas sociales, económicos y cotidianos.
Las dos dimensiones que le agregan significado e importancia a la discusión hoy son la velocidad del cambio tecnológico y el efecto de las innovaciones sobre nuestro estilo de vida. Nos agradan los beneficios que se desprenden de la tecnología, pero nos sentimos amenazados por ella.
El Mobile World Congress es un evento que se ha convertido en el hogar en el que nacen las aplicaciones más prometedoras del futuro. El debate de este mes surge del asombro que algunos han tenido con una de las aplicaciones que resultó premiada. Se llama Photomath; consiste en una aplicación que podemos instalar en nuestro móvil y usarla para resolver problemas matemáticos. Su funcionamiento es muy simple: se saca una foto a un problema de matemáticas y la aplicación lo resuelve.
La herramienta ofrece primero el resultado final marcado en rojo, pero si se quiere, se puede consultar la formula y los pasos que hay que seguir para llegar a ese resultado. La pregunta que nos surge es: ¿realmente es necesaria y útil esta aplicación, o se trata de un avance que, a la larga, será perjudicial para el desarrollo del aprendizaje? El último gran avance que se hizo en términos de calcular, fue la propia calculadora. Sin embargo, las calculadoras no eligen la formula que se debe usar para resolver el problema, sino que es uno quien debe. Photomath, te da todo el trabajo hecho, y aunque se pueda consultar el proceso, ¿cuántos de los usuarios acabarán fijándose en él más que en la solución final?
Las últimas décadas la tecnología nos ha traído inventos increíbles, apoyados por un contexto de economía y política capitalista, hemos avanzado más en esta generación que en varias generaciones anteriores juntas; el ritmo al que se crece es arrollador. Tenemos productos y aplicaciones que han cambiado el modo en el que nos comunicamos; los teléfonos móviles, Skype o Whastapp son ejemplos de cómo ahora es más fácil que nunca estar conectados en la distancia de forma rápida, fácil y barata.
En muchos casos la necesidad que cubren las tecnologías es la misma que cubrían los productos de “antaño”, simplemente con mejoras… Los teléfonos fueron disminuyendo de tamaño, la velocidad de conexión ha ido aumentando y las llamadas entre continentes ya no cuestan carísimas gracias al wifi, entre otras cosas.
Volviendo al entorno educativo, según un estudio elaborado por Economist Intelligence Unit denominado Humanos y Máquinas, un 90% de los líderes del sector educativo considera que gracias a la tecnología son más imaginativos y creativos, y un 80% afirma ser más productivo. En cuanto a los alumnos, existen muchísimas aplicaciones que hacen la tarea de aprender mucho más divertida: por ejemplo, DotToDot numbers & letters. Es una aplicación pensada para los más chicos con la que pueden practicar las series de números o letras. La aplicación se puede personalizar, se elige la dificultad, el nivel, la música, los efectos… para adaptarla a las necesidades de los pequeños jugadores. La combinación de jugar y estudiar ha vivido un boom con la llegada de las tecnologías, ya que existen muchos más soportes interactivos que permiten desarrollar estos métodos.
A veces, ocurren cosas como que gane el premio una aplicación que parece premiar el no esfuerzo y estancar el desarrollo del aprendizaje. El siglo XXI se encuentra ante un panorama muy dividido y su mayor reto será el de afrontar los daños colaterales de ciertos avances.
Uno de los problemas que ha surgido es la seguridad: ¿cómo podemos garantizar la seguridad de la sociedad? Un articulo de El Confidencial nos muestra 3 actos cotidianos que pueden comprometer nuestra seguridad: conectarse a un wifi abierto es uno de ellos, cualquiera puede acceder a los datos que hayas introducido mientras navegabas y robarlos. Hacerse fotografías y colgarlas en la red, le estás contando al mundo dónde estás y qué haces, dando la oportunidad a otras personas de saber que tu casa está vacía y desprotegida. Comprar por internet y escribir contraseñas en ordenadores que no son el tuyo también es algo que deberíamos evitar y no lo hacemos.
Por ejemplo, el famoso síndrome del túnel carpiano, una lesión que antes de que existieran los ordenadores solo afectaba a las personas mayores pero que ahora puede afectar a cualquiera que use un mouse. El llamado “dedo de blackberry”, relacionado con los smartphones, anteriormente conocido como la artrosis de las costureras, viene del hábito de teclear, una acción que sobrecarga nuestro dedo pulgar. Los portátiles han hecho aumentar las patologías cervicales; al poder trabajar en cualquier sitio, falla la ergonomía, y hay más problemas en las cervicales porque la pantalla no está a la altura de los ojos. El uso de dispositivos electrónicos justo antes de dormir dificulta la conciliación del sueño, o los aparatos electrónicos de reproducción de música con auriculares nos exponen a un peligro para nuestra audición.
Hay infinidad de cosas que deberíamos considerar y que no nos ponemos a pensar; ya sea por, despreocupación o confianza en que está todo vigilado y controlado, sin saber que en realidad no es así.