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El poder de influenciar en nombre del amor

Actualmente mucho se habla sobre las tormentosas separaciones y las consecuencias de la falta de acuerdo entre los adultos en esa instancia, esto habla sobre el poder de las relaciones entre padres separados e hijos, normalmente la legislación argentina basándose en un esquema de naturalidad y costumbres, asigna la custodia de los hijos generalmente a la madre en los casos de separación y/o divorcio.

Muchas veces, esta situación genera en los hijos la sensación de que la figura materna es la figura del respeto, del cuidado y la protección. Pero, ¿Qué pasa cuando la relación entre los padres ha sufrido tal desgaste que no permite medir las consecuencias del despecho y los hijos terminan siendo rehenes de la situación?, o peor aún, cuando los niños son influenciados por el padre/ madre conviviente a su favor, creando en la estructura mental del niño una imagen negativa del padre/madre no conviviente, la cual genera en él un rechazo por el vínculo con el mismo y en algunos casos, peor aún, la creación de una imagen social distorsionada la cual convierte al padre/madre no conviviente en una persona despreciable para el entorno, aun cuando no existan motivos “reales” para esa definición.

La ley 24.270 “Reprime al padre o tercero que ilegalmente, impidiere u obstruyere el contacto de menores de edad con sus padres no convivientes”, esto es algo que si bien se encuentra expresamente contemplado en el artículo 1° de dicha Ley, en la práctica es muy difícil de probar en un caso de Alienación Parental.

Los tribunales además de estar colapsados por la cantidad de causas relativas a las problemáticas familiares, no cuentan con las herramientas necesarias para detectarse tipo de situaciones, en las cuales las estrategias del padre/madre “influenciador” se disfrazan de tal manera que resulta imposible de detectar en una entrevista, algunas de las estrategias del padre/madre influenciador son:

Algunas de estas conductas, como mencionábamos anteriormente, son llevadas a cabo por padres/madres manipuladores en pos del “amor que sienten por sus hijos”, aunque entre líneas esta actitud denota una situación de odio propio de una persona inescrupulosa que no repara en dañar los sentimientos y el desarrollo psicológico que el padre/madre conviviente intenta demostrar en nombre del “amor” no es más ni menos que en detrimento de alimentar un amor propio que nada tiene que ver con el amor hacia un hijo.

Personalmente, creo que la justicia de nuestro país debería evaluar más aspectos de relaciones y condicionamientos, basados en entrevistas psicológicas a los niños, y por sobre todas las cosas analizar cada caso con mayor objetividad, con el fin de promover el beneficio real de las únicas víctimas de esta situación que son los niños, primero por perder sus vínculos de familia y segundo por perder su niñez a través de las acciones de quienes deben cuidarlo en nombre del amor.