La mayoría de los periódicos hoy toman como noticias la precariedad educacional. Un conflicto que deja más rehenes, que vencedores. Dividiendo a los participantes en dos bandos que no dan tregua. O al menos no quieren demostrar debilidad donde la discusión hace poco aporte al avance de la educación.
En la charla de café de la sociedad es fácil confundir educación con escuela, pero como en toda sociedad la primera fase de la educación se otorga en el seno familiar. Donde la familia pocas veces entrega niños con una base de educación sólida, conocimientos claros de los buenos modales y costumbres. Esto hace resaltar el fracaso del sistema educativo, no teniendo en cuenta la necesidad de una adaptación de los contenidos y modos educativos para facilitar la llegada a los niños de hoy. Y poder funcionar de guías y prepararlos para un mundo donde puedan insertarse.
La familia entrega niños con menos juegos didácticos, con poco desarrollo de las manualidades, que pueda facilitar la escritura en cursiva. Con pocos cuentos y lectura que pueda facilitar la compresión de textos. Chicos que tienen poco contacto con pares, esto lleva a no saber compartir y comportarse en clase. Ya no son las aulas de hace años atrás, donde el alumno respetaba a rajatabla al docente, esto responde a la caída en la imagen de la autoridad. Y a las excesivas distracciones que trae la tecnología.
Justo cuando el Gobierno trata de impulsar la baja en el inicio obligatorio de la edad escolar a la sala de jardín de 3 años. Desde Enero de 2015 la ley 27045, impone el inicio obligatorio en los 4 años, dejando sin efecto la Ley Federal de 1993 que daba inicio obligatorio a los 5 años. De concretarse este cambio sería Argentina unos de los pocos países en Latinoamérica con este nivel inicial obligatorio. Compartiendo este sistema con México, Perú y Venezuela. Nos deja un interrogante y un disparador para el debate, cuando existen países como Finlandia, Suecia, Canadá y Escocia con la un nivel inicial a los 6 años.
La discusión deja en la mesa puntos como la quita de horas para el desarrollo como niños a disfrutar de su niñez y su hostigamiento con una extensa vida escolar. A algunos padres les es útil ya que facilita desempeñarse en sus vidas laborales. Ya que es algo común que ambos padres necesiten trabajar. Esto lleva a tercerizar la crianza y cuidado de hijos, con abuelos; niñeras. Teniendo en cuenta que el ritmo de vida de muchos abuelos hoy en día también continúan desarrollando tareas. También es cierto que muchos padres optan por la doble escolaridad o la tercerización de sus hijos para tener más tiempo para ellos mismos, otorgando a nuestra sociedad una cuota importante de individualismo y egoísmo. Esto atrae el consumismo por parte de los integrantes de la familia. Donde necesitan contar con última tecnología de punta; la ropa de moda, practicar la actividad que esté en auge. Esto también facilita el tener conformes a los chicos. Confundiendo las necesidades básicas con las superfluas, porque todo niño necesita una zapatillas, pero si él prefiere las que tienen luces el padre opta por esa opción.
Y nuevamente volvemos a dejar en descubierto que se le facilita la existencia al niño. Nos llama la atención y responsabilizamos a la escuela, cuando no puede resolver un problema simple de matemáticas, pero no dejamos que resuelva problemas cotidianos para activar y desarrollar su ingenio. Como cuando nos pregunta cómo se viste para salir a la calle, y se lo facilitamos entregando la ropa necesaria. No dejamos que evalúe una solución.
En la familia deberíamos fomentar la lectura desde niños, pero damos prioridad a las pantallas. Esto son algunos de los puntos que deja ver la Licencia Lilianan González, autora del libro “Crecer apurados, los límites en juego”. Además agrega la necesidad de los padres en darles a sus hijos una completa agenda donde salen del colegio, y el lunes inglés; martes natación; miércoles piano; jueves guitarra, viernes gimnasia y sábado fútbol. Transformando así a los niños en “adultos pequeños”. Esta modernización en los conceptos atrae que antes un chico inquieto “tenía hormigas en la cola”; hoy sufre Síndrome de atención dispersa con Hiperactividad.
Con estos y muchos otros conceptos debe detenerse y evaluar los pasos a seguir el mundo educativo, ya que la escuela dejo de ser un lugar de conocimiento, habiendo sido desplazado por Google. Y tiene el gran desafío de adaptarse, educarse y transformarse en un lugar donde los chicos ingresen y puedan investigar; tener relaciones interpersonales; desarrollar la autocrítica y la expresión del individuo.
Para llegar a esto tal vez se deba mirar hacia dentro de la docencia, y replantearse si los educadores están en condiciones de llevar a cabo este desafío. Es importante que la docencia sea por vocación y no como una salida laboral únicamente.
Por supuesto que el pilar del ser humano, la familia, debe realizar su invaluable aporte y optar por estar menos conectados y más comunicados.