30 de diciembre del 2004. La banda de Tapiales venía de llenar, por primera vez un estadio, el de Excursionistas, en el barrio porteño de Belgrano, unos días atrás 18 mil personas nos habíamos juntado a disfrutar de la banda que venía en ascenso, con letras y melodías que sorprendían a todos, la banda que apuntaba a ocupar el lugar que habían dejado Los Redondos. Y decidieron despedir el año en República de Cromañón, el nuevo lugar que tenía Omar Chabán en Once, una opción más grande respecto de su mítico Cemento
La noche en Excursionistas fue una fiesta, todo salió como se esperaba, la banda en el escenario y nosotros, su público, la gente, también cumplimos nuestro rol, cantar, gritar, saltar, ponerle color al show, bengalas, las famosas bengalas, las tristemente célebres bengalas.
¿Por qué? Porque ese 30 de diciembre, en Cromañón, cuando recién comenzaba el primer tema, una chispa fue directo al techo, adornado con la tela conocida como media sombra. En segundos todo empezó a arder, el aire se volvió humo. Las luces se apagaron, los gritos eran ensordecedores. Empujones, golpes, puertas cerradas, una linterna salvadora…
Pero, siendo sinceros ¿Quién puede decir que estaba en desacuerdo con las bengalas? ¿Quién puede arrojar esa primera piedra? ¿Algún músico? ¿Algún seguidor de cualquier banda? ¿Algún periodista?
Muchos lo hicieron, después, claro. Con el diario del lunes, como se acostumbra a decir. Pegándole a Callejeros porque era fácil. Porque es fácil. Sin ir más lejos, hoy los músicos están presos. Si usted viene de otro planeta, cae en la Argentina, ve como es el sistema político, policial y de los empresarios no podría creer que los MÚSICOS estén presos. Bueno, yo no vengo de otro planeta, nací en la Argentina, conozco el sistema político, policial y empresario y, por eso mismo, no puedo creer y me llena de odio pensar que los pibes están presos.
¿Cometieron errores? Si. ¿Violaron normales sociales? Si. ¿Violaron normas jurídicas? NO.
Ellos no pagaron coimas a los inspectores del gobierno de la ciudad. Ellos no aceptaron coimas del dueño del boliche para tener el lugar habilitado. Ellos no arreglaron con Bomberos y Policía Federal para evitar la clausura correspondiente por no tener salidas de emergencia. Ellos, ni siquiera, se fueron corriendo ni bien empezó a prenderse fuego todo. Cuando el aire escaseaba ellos se volvieron a meter mil veces a sacar gente. Su gente. Ellos perdieron familiares. Ellos perdieron gente que los amaba. Ellos perdieron la libertad.
Ya pasaron mas de 12 años de aquella noche que cada tanto aparece. Y que seguirá apareciendo, siempre estará presente. Más si la justicia sigue mirando para otro lado, si la justicia sigue apostando a satisfacer a una parte de la opinión pública (recordemos que en primera instancia fueron liberados y luego, de forma insólita, revisaron el fallo y los condenaron), más si tenemos MÚSICOS presos y políticos libres.
¿Cuántas veces leyeron o escucharon a periodistas demonizar a Fontanet? ¿Y a Chabán? pero ¿Ibarra? Bien, gracias. ¿Roberto Calderini? Ni siquiera saben quién es, ¿no? Era el inspector que había habilitado el lugar. Después de 11 años fue condenado a 4 años y 4 meses de prisión. Sigue en libertad. Y así con todos los que tiene un poquito de poder.
Tengo la suerte de poder estar acá escribiendo estas palabras. Tengo la suerte de que mis amigos pudieron salir. Tengo la suerte que muchos no tuvieron. Por eso y por ellos tengo que gritar cada día más fuerte LIBERTAD A CALLEJEROS.
“…No olvidar, siempre resistir…”