En Argentina las relaciones públicas tienen sus orígenes a principios del siglo XIX, mientras el país se encaminaba hacia la independencia nacional definitiva en plena Revolución de Mayo. Sin embargo, fue recién en 1958 cuando se creó el Consejo Profesional de Relaciones Públicas de la República Argentina, organismo que la rige y la delimita como labor profesional a través de un estatuto.
Desde la asesoría para la resolución de distintas problemáticas cotidianas hasta la realización de acontecimientos o eventos especiales, las RRPP se componen de una gran variedad de elementos. A diferencia de lo que ocurre en el periodismo, aquí la comunicación es tan sólo un medio para conseguir un fin, ya que el objetivo no es simplemente informar sino modificar las actitudes y los comportamientos de las personas. Los profesionales de esta vocación son defensores antes que observadores objetivos como los periodistas.
Las relaciones públicas están desde sus comienzos estrechamente ligadas con la política, ya que no se pueden descuidar las formas ni las normas. Así lo establece el Ordenamiento General de Precedencia Protocolar. Los especialistas de esta materia admiten que siempre que un político habla, más importante que lo que dice, es cómo lo dice; también es fundamental su vestimenta y sus modales.
Los expertos aseguran que, históricamente, los políticos argentinos desconocen el protocolo o tienen dificultades. Carlos Ménem, por citar un ejemplo, pedía disculpas por su falta de protocolo y consultaba cómo hacerlo adecuadamente. El ex Presidente de la Nación sufría confusiones en sus discursos y tenía problemas con el inglés. Años después, el entonces máximo mandatario Fernando De La Rúa presenciaba el acto de 9 de Julio desde un balcón junto con su nieta, cuando la niña se subió a ‘caballito’ sobre la bandera de ornamento, algo reconocido como un delito en el Código Penal.
Un caso especial fue el de Néstor Kirchner, quien no sólo incumplía las reglas sino que además no toleraba que se le asesorara de acuerdo con el protocolo. Su principal déficit era la vestimenta. Algo similar ocurrió posteriormente con Cristina Fernández, quien lo sucedió en la presidencia. La ex Presidenta se excedió en el tiempo de duelo que establece el protocolo y sus normas de indumentaria. Otro error muy recordado de ella fue la carta particular e informal que le envió al Papa Francisco.
El que trata de seguir al pie de la letra los códigos de ceremonial es el actual jefe de Estado, Mauricio Macri. O al menos se interesa en ellos, ya que se ‘preparó’ especialmente para su visita a los reyes Felipe VI y Letizia de España. A pesar de ello, cometió un grave error al equivocarse de copa en el momento del brindis, situación que en el reino de España es importantísimo.
A pesar del paso del tiempo, el protocolo actual se tuvo que reinventar para adaptarse y estar contextualizado con esta sociedad cada vez más cambiante y globalizada. Al fin y al cabo, que se ‘flexibilicen’ algunas pautas no significa que se desconozcan o no se las respete.
Por Rocío Mara