Es sabido que en varios puntos de nuestro país se lleva a la práctica la minería a cielo abierto, considerada una fuente de contaminación y destructora del ecosistema. La pregunta es: ¿por qué se sigue permitiendo? ¿Es tan peligrosa o sólo es una amenaza si no se cumple con los requisitos de seguridad? La explotación de este tipo, ¿es riqueza garantizada para el pueblo donde se realiza o representa un enriquecimiento rápido para los empresarios y la destrucción del medio ambiente?
Explicaremos en qué consiste la minería a cielo abierto: es el proceso de explotación minera realizado en la superficie de la tierra. Para sacar los minerales de estos yacimientos, se remueve gran cantidad de tierra con maquinaria y explosivos, creando inmensos cráteres. La excavación de la fosa se logra mediante la utilización de cantidades masivas de explosivos e inmensa maquinaria de movimiento de tierras para remover los desechos y extraer las menas (rocas que contienen los minerales económicamente valiosos). Los cráteres se agrandan cada vez más, hasta que la empresa deja de explotar el yacimiento por considerar que ya no resulta rentable.
La minería a cielo abierto daña el medio ambiente de varias maneras. Una de ellas se debe a las grandes explosiones en la superficie, esta actividad destruye ecosistemas. Los suelos removidos para alcanzar las menas son almacenados en pilas de acopio. Después de la voladura, los desechos de roca son extraídos de la fosa con camiones y colocados en pilas, cerca de los márgenes. Estos materiales son residuos y rara vez se utilizan. Las pilas de desechos de roca pueden tener muchos cientos de metros de altura cubriendo superficies muy grandes. Nótese que los residuos de la minería a cielo abierto y su procesamiento permanecerán en el sitio para siempre.
Otro de los daños es el envenenamiento, el peligro de los gases que se liberan durante los proceso de minería y del conocido «drenaje ácido» (la acidificación del agua). En la extracción de uranio se utiliza un proceso que se denomina lixiviación con ácido sulfúrico, al entrar este en contacto con las vetas de mercurio, se libera gas Radón y otros derivados radiactivos. En la extracción de oro se utiliza el proceso de lixiviación con cianuro, que produce daños ambientales a largo y corto plazo, entre otras razones por los desechos de cianuro que se filtran y pueden acabar contaminando ríos subterráneos (en ocasiones incluso han envenenado afluentes cercanos).
A estas graves consecuencias debemos sumarle los derrames que puedan llegar a ocurrir, como fue el caso de Mina Veladero, San Juan, en marzo de este año (es el tercer derrame que se produce en un año y medio). El derrame se produjo dentro del valle de lixiviación, una enorme cuba impermeabilizada, donde se dispone la roca molida y se riega con solución con cianuro. Según la información suministrada por el gobierno, una de las cañerías de gran porte que transporta a presión la solución rica (contiene oro y plata), se desacopló y erogó un volumen aún no precisado de líquido, que produjo arrastre de material (roca) que llegó hasta el dique de contención. El material sólido, que estuvo en contacto con solución con cianuro, llegó hasta un camino consolidado que no se sabe si está dentro o fuera de la zona segura del valle de lixiviación impermeabilizado con arcillas y geomembranas.
Sin embargo debemos analizar los beneficios económicos para poder comprender el panorama. Volvamos a mina Veladero, pero en este caso resaltaremos un aspecto positivo del mismo: La parte económica. El proyecto Veladero significa una inversión ya realizada de más de u$s 100 millones en exploración y otros u$s 460 millones para la construcción, para la producción de 6,8 millones de onzas de oro. Durante la producción Veladero generará unos 2500 puestos de trabajo directos. Cuando la mina esté en producción, alrededor de 500 personas serán empleadas directamente por la empresa y otros 250 por contratistas. La generación de puestos de trabajo alcanzará a un total de 3000 personas. Los montos estimados por las inversiones, activo, obras y actividades de Veladero en las etapas de construcción y operación, representarán un beneficio directo para la Argentina de u$s 1000 millones, mientras que el beneficio indirecto para la provincia y el país superará los u$s 3000 millones derivados de la demanda de bienes y servicios relacionados con la actividad minera.
En lo que respecta al punto de vista del gobierno sobre la minería a cielo abierto y el medio ambiente, en una entrevista publicada por el diario “El tribuno” al ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, Sergio Bergner, cuando se le pregunto acerca del acuerdo federal minero, sobre la compatibilización de la mega minería a cielo abierto con las acciones para cuidar el ambiente el ministro respondió:
“Se compatibiliza por el hecho que se está haciendo un pacto con la Secretaría de Minería, no pasa por las opciones de minería sí o no, sino si es que hay control o no. Antes no había control y ahora hay control. Esa novedad todavía no implica una modificación sobre el estatus autónomo y soberano de las provincias. Hay provincias que permiten la mega minería a cielo abierto y otras que no. Y hay un debate, a mi parecer, pendiente sobre el código de minería y sus estándares, que podrían ser debatidos y ser puestos a consideración para que lo que es legal se cumpla como dice la ley y lo que la mayoría democrática del país entiende quizás no querer habilitarlo como legal, lo prohíban. Hay países que tienen prohibida la mega minería.”
Con base a lo expuesto anteriormente, llegamos a la conclusión de que la solución a un tema tan delicado radica en manos de los funcionarios gubernamentales quienes deben ser los responsables de asegurar que las empresas extractivas en su accionar cumplan con las leyes, de manera implacable, que protegen el medio ambiente y a los trabajadores afectados a estos procesos. De esta manera se asegurarían a largo plazo, la protección del medio ambiente y la economía de los pueblos involucrados.
Por Ivana D. Perez