23 noviembre, 2024

El polémico documento, presentado por el Secretario General de la Organización, Luis Almagro, resulta el primero en su especie que va en contra de la voluntad del gobierno

La Carta Democrática de la OEA implica un extenso documento que revisa la situación política de un país. En este caso, la nación que enjuicia Luis Almagro es Venezuela, luego de generar la misiva que será sometida a sesión por diferentes ministros de Relaciones Exteriores de los países miembros, quienes estimarán o no conveniente que se suspenda a Venezuela de la Organización de Estados Americanos.

La Carta define los “elementos esenciales” de la democracia representativa, entre los que se destaca el respeto a los derechos humanos, el estado de derecho, las elecciones y la separación de los poderes públicos. Sin embargo, tras la aprobación de la medida internacional, existen polémicos elementos que van justificados como “fortalecimiento de la democracia”.

La idea tras la carta es implementar un mecanismo de control y dominación que vaya en desmedro de los procesos de transformación social que el país en tela de juicio ha intentado establecer en los últimos años, además de “angostar las libertades y las soberanías de los países”, según advirtió la autoridad.

La opinión de los estados miembros

El plan de Almagro y de los países que apoyan la Carta es el de crear las condiciones suficientes para justificar la intervención de fuerzas extranjeras en la nación venezolana, intención respecto de la cual ya seis países miembros de la OEA (Nicaragua, Colombia, Costa Rica, Argentina, Chile y Estados Unidos), han pronunciado su posición.

En el caso de Nicaragua, María Rubiales, su embajadora, demuestra una posición de absoluto respaldo a la nación bolivariana, y sospecha de la posible acción que quiere realizar la OEA en aquel lugar. “Hay muchos países que tienen problemas, y en el caso de Venezuela, hay toda una campaña en contra de ese país, y esta posición de la OEA es un paso más en esa campaña”, sostuvo Rubiales.

Colombia, país vecino de Venezuela, se refirió a la autonomía que debería preservarse en aquel estado. La ministra colombiana de Relaciones Exteriores, María Ángela Holguín, hizo hincapié en que son los venezolanos quienes deben encontrar sus propias formas de solucionar la sindicada situación de crisis.“Creemos en el diálogo entre venezolanos y los instrumentos que la Constitución venezolana tiene como es el caso del referendo revocatorio”, agregó Holguín.

Chile, en contraposición con sus compañeros, se manifiesta a favor de la medida anunciada por la OEA. El canciller Heraldo Muñoz declaró su total apoyo a cualquier iniciativa que “propenda al diálogo y al entendimiento” ante la situación en Venezuela, que calificó de “delicada”. “Chile va a apoyar aquello que vaya por la vía del entendimiento y del diálogo en un país hermano y veremos entonces las distintas opciones que se presentan al consejo permanente”, añadió el Ministro de Relaciones Exteriores de nuestro país.

Por su parte, desde Estados Unidos, tanto republicanos como demócratas aplaudieron la intención de la organización internacional. Uno de los parlamentarios de mayor influencia respecto de los temas de relaciones exteriores, Eliot Engel, manifestó que “en un momento económico tan desesperado, el presidente Maduro ha elegido echar más leña al fuego al continuar socavando las instituciones democráticas de su país”, y respaldó la posible intervención de la OEA al país bolivariano.

La historia de la OEA está llena de claroscuros, aunque con más oscuros que claros. Inclusive sus miembros difieren en las ideas, siempre inclinándose para el bien de los países dominantes en la región.

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