Exportar, además de ser un imperativo nacional, puede ser una medida de buena administración empresaria. Vender fuera de las fronteras constituye un buen negocio para cualquier empresa y, por consiguiente, también es un buen negocio para el país. Industriales y comerciantes venden sus productos con éxito en la Argentina y poseen las condiciones potenciales para exportar, comercializan sus productos en el mercado local y compiten constantemente en mercados extranjeros en el cual deben adaptarse en el contexto organizacional.
Hay que comprender que la apertura de un mercado exterior a un producto nuevo genera un labor de estudio, sistemático y de relacionamiento. Es un trabajo cuya realización exige invertir dinero y tiempo, pero que cuando se puede introducir el producto en un mercado extranjero se originarán los beneficios esperados. Deberán respetarse siempre los imperativos de calidad, continuidad y costos.
Una campaña de exportación de una empresa comienza en la madurada decisión de sus directivos, convencidos de que por medio de las ventas al exterior lograrán el afianzamiento económico y la expansión de sus negocios. Esa decisión, una vez tomada, debe mantenerse e implementarse con perseverancia ya que la actividad exportadora no consiste en la realización esporádica de alguna operación, ni tampoco en lanzarse a la conquista de mercados extranjeros, ya que se deberá realizar un análisis del mercado así como también su competencia, sus fortalezas y debilidades y los distintos tipos de perfiles de los compradores.
La empresa que desee emprender el camino de la exportación debe capacitar a su personal y/o recurrir a los servicios técnicos de una organización especializada que monte la estructura interna y de relacionamiento internacional necesaria, a los efectos de penetrar en los mercados externos. Antes de dedicarse a la exportación, una empresa debe primero haber afirmado sus bases en el mercado interno, para ello le resultará preciso contar con un giro razonable que le permita realizar el esfuerzo y la inversión, cuya rentabilidad recién aparecerá luego de transcurrido un cierto tiempo.
Es posible afirmar, también, que una manufactura que se exporta es también un artículo cuya venta se verá fortificada en el mercado local. La concurrencia a otros mercados competitivos confiere categoría internacional al producto en cuestión, lo cual la exportación puede convertirse en un argumento publicitario que aumenta el consumo en el propio país de origen.
Este prestigio debería facilitar la actuación administrativa de la empresa frente a las autoridades gubernamentales, fiscales y bancarias, en razón del efecto que produce el ingreso de divisas en el balance de pagos.
Una vez generado el proyecto de exportar, la organización interna deberá satisfacer las necesidades del cliente.
La definición de la estrategia de inserción es el paso que toda empresa exportadora debe cumplir en forma ineludible después de haber seleccionado el mercado objetivo y antes de lanzarse a incursionar efectivamente en él.
En Argentina, los principales productos frutales que mayormente se comercializan son peras y manzanas del Valle de Río Negro.
La exportación de fruta requiere sus cuidados a través de envases y embalajes específicos, teniendo en cuenta el trayecto de la mercadería al país comprador. Además todos los embarques de productos agrícolas deben cumplir con los requisitos de calidad establecidos como es la certificación fitosanitaria, la cual garantiza que los productos a exportar estén libres de plagas y enfermedades.
Como se menciona anteriormente, la manzanas deben manipularse de manera adecuada evitando sus golpes y el traslado de la misma a la hora de exportar.
El embalaje en cajas con plástico o cartón y la refrigeración adecuada generan protección evitando así su oxidación próxima.
Se encuentran mayormente destacados los separadores para fruta en pasta, que es un producto que absorbe el exceso de humedad que se produce en el interior del embalaje, adaptándose a la forma de la fruta, y reduciendo además el peligro de bacterias y hongos. Además poseen aditivos para que su resistencia en húmedo sea muy elevada. Esto permite que, al desempaquetar?las frutas, las bandejas permanezcan intactas y no se rompan. Su diseño no permite que exista contacto entre frutas, cuidando meticulosamente los productos de cada una.
Se destacan además los envases sostenibles y ecológicos tan creativos para la atracción de los clientes y también los elementos de protección que reducen las mermas por choque y vibraciones, producidos durante el traslado de mercadería, como son el caso de las espumas.
Finalmente, y el más utilizado es el cajón de madera, ya que el consumidor lo elige por su buen aspecto y manipulación. Se trata de un envase tradicional, que aporta estos valores a la fruta, resaltando su calidad. La elección de elegir las cajas de madera también es resultado del desarrollo de las técnicas de marketing, que han permitido la personalización del envase, permitiendo la impresión de todo tipo de marcas y mensajes convirtiéndolo en un medio perfecto para la promoción del producto envasado.
Florencia Cáceres