La Revolución Industrial que tuvo lugar en Inglaterra a finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII. Marcó el inicio de la seguridad e higiene industrial como consecuencia de la aparición de la máquina de vapor y la mecanización de la industria. Esto produjo el incremento de accidentes y enfermedades laborales.
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Las dos terceras partes de la fuerza laboral eran mujeres y niños. El 50% de los trabajadores moría antes de los 20 años debido a los accidentes y a las pésimas condiciones de trabajo. En esa época las maquinas operaban sin ningún tipo de protección, las muertes y mutilaciones ocurrían con frecuencia.
Con el inicio de la Revolución Industrial en Europa, los procesos y ambientes de trabajo se transformaron radicalmente. La principal característica de este periodo fue el inicio del uso de máquinas con el objetivo de aumentar la velocidad con que se desarrollaba el trabajo. Y mediante este método, incrementar también la productividad y las ganancias.
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Las repercuciones de la Revolución Industrial.
Estos cambios repercutieron en la salud y bienestar de los trabajadores, en la mayoría de los casos de manera negativa. Los accidentes de trabajo incrementaron su incidencia y aparecieron enfermedades profesionales hasta entonces desconocidas. Las mismas fueron el resultado de los nuevos agentes agresores utilizados durante los procesos de trabajos.
Fue en esos años que tras múltiples propuestas y revueltas de los obreros comenzó una nueva tendencia. Los trabajadores se pronunciaban en contra de semejantes condiciones de trabajo. Se fue formando una conciencia internacional referente a la conveniencia de cuidar la salud de los trabajadores. Los dos motivos fundamentales, el primero consiste en el derecho de todo ser humano tiene de trabajar y vivir en el mejor nivel posible. Y en segundo lugar, por factores económicos. Ya que la productividad está estrechamente ligada a la salud de los trabajadores.
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En 1700 Ramazzini (creador medicina ocupacional) publica el libro “De Morbis Artificum Diatriba” Traducido como Enfermedades de los trabajadores. En él habla de un elevado número de profesiones de la época y de las condiciones higiénicas. Por esto fue considerado como el padre de la medicina del trabajo. Posteriormente se pasó de la medicina a la seguridad, es decir a ocuparse de evitar el siniestro.
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En 1833 se realizaron las primeras inspecciones gubernamentales. Pero en el año de 1850, se verificaron mejoras. La legislación acorto la jornada de trabajo. Estableció el mínimo de edad para los niños y trabajadores e hizo algunas mejoras en las condiciones de seguridad.
En 1880 el Parlamento de Inglaterra promulgó el Acta de Responsabilidad de los Patrones. Que permitió que los representantes personales del trabajador fallecido cobrasen daños por muerte causada por negligencia.
En Alemania en 1885 Bismarck anuncio la primera ley obligatoria de compensación de los trabajadores.
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El aspecto legislativo se inició en 1931 con la promulgación de la “Ley Federal del Trabajo”. En la cual se formularon las tablas de enfermedades profesionales y las valoraciones de las incapacidades. Fue el primer paso sólido para obtener mejores y más seguras condiciones de trabajo.
En 1972, en Argentina fue sancionada y promulgada la Ley N° 19587 aún vigente. Esta ley fue reglamentada por primera vez el 10 de Mayo de 1973 por el Decreto 4160/73. Esta ley establece para todo el territorio de la Nación y para todos los dadores de trabajo, privada o pública, en establecimientos y explotaciones, persigan o no fines de lucro, y en general todo lugar destinado a la realización o donde se realicen tareas de cualquier índole o naturaleza económica de las actividades, el medio donde ellas se ejecuten, el carácter de los centros y puestos de trabajo y la índole de las maquinarias, elementos, dispositivos o procedimientos que se utilicen o adopten, una serie de principios y los métodos para su ejecución de manera de prevenir, en lo posible, todo riesgo que ponga en peligro la salud y la vida de los trabajadores, cualquiera sea el trabajo que realice cada uno, sea físico o intelectual, así como también la presencia permanente, circunstancial, transitoria o eventual de personas físicas.