22 diciembre, 2024

La Unión Africana nació como organización con la declaración firmada por todos los jefes de estado o los gobernantes de los países miembros, dicho pronunciamiento es conocido como la declaración Sirte. El documento tenía como punto central el establecimiento de la Unión Africana con la misión de acelerar el proceso de integración continental, asistir a las naciones a jugar un rol mucho más eficaz en la economía global y al mismo tiempo resolver y atender de manera certera los problemas comunes en el ámbito social, político y económico del agobiado Continente Africano.
La declaración Sirte tuvo lugar el 9 de septiembre de 1999 (9-9-99), la fecha es calificada por los africanos como un evento trascendental en la evolución institucional del Continente.
OBJETIVOS DE LA UNIÓN AFRICANA
Los objetivos de la Unión Africana son diferentes de los de la antigua OUA a la que suplantó, más amplios y concretos. La OUA cumplió su función y debía sustituirse con una estructura orientada a satisfacer las necesidades actuales del continente envuelto en dinámica global.
Las metas de la OUA eran:
1. Promover la unidad y solidaridad entre los estados africanos;
2. Coordinar e intensificar la cooperación y los esfuerzos por lograr una vida mejor para los pueblos africanos;
3. Defender la soberanía, integridad territorial e independencia;
4. Erradicar todas las formas de colonialismo en África; y
5. Promover la cooperación internacional.
En contraste, los objetivos de la Unión Africana, plasmados en el Acta Constitutiva, son:
1. Lograr una mayor unidad y solidaridad entre los países africanos y los pueblos de África;
2. Defender la soberanía, integridad territorial e independencia de los Estados Miembros;
3. Acelerar la integración política y socio-económica del continente;
4. Promover y defender las posturas comunes africanas sobre asuntos de interés para todo el continente y sus pueblos;
5. Estimular la cooperación internacional, tomando debidamente en cuenta la Carta de las Naciones Unidas y la Declaración Universal de los Derechos Humanos;
6. Promover la paz, la seguridad y la estabilidad en el continente;
7. Promover los principios y las instituciones democráticas, la participación popular y el buen gobierno;
8. Promover y proteger los derechos humanos de los pueblos en correspondencia con la Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos y otros instrumentos pertinentes;
9. Crear las condiciones necesarias que permitan al continente desempeñar su justo papel en la economía global y las negociaciones internacionales;
10. Estimular el desarrollo sustentable en lo económico, social y cultural, así como la integración de las economías africanas;
11. Propiciar la cooperación en todas las esferas de la actividad humana para elevar el nivel de vida de los pueblos africanos;
12. Coordinar y uniformar las políticas de las Comunidades Económicas Regionales para el logro gradual de los objetivos de la Unión;
13. Fomentar el desarrollo del continente mediante la promoción de la investigación en todos los campos, en particular la ciencia y la tecnología; y
14. Trabajar con colaboradores internacionales pertinentes en la erradicación de enfermedades previsibles y la promoción de una buena salud en el continente.

CONCLUSION

Los proyectos emprendidos para la coordinación regional entre naciones del mundo subdesarrollado se han visto insistentemente frustrados por la estatura de los problemas económicos, escasa calidad de vida y toda aquella suma de carencias que sostienen las relaciones de dependencia con naciones industrializadas. África ha intentado emular modelos exitosos de otras latitudes como la experiencia de la Unión Europea, sin embargo la fórmula sólo ha contado con logros discretos en el plano del sostén normativo y la configuración estructural de una organización con oficinas establecidas y jurisdicciones definidas. En su operación, la Unión Africana no ha sabido más que identificar problemas y llamar a la reflexión sobre la urgencia de su solución. En parte, las limitaciones del máximo órgano de cooperación en el continente negro son el financiamiento y la escasa tradición del pueblo africano de concebirse representada por órganos que trasciendan la soberanía nacional.
Las naciones africanas se han habituado, por haber padecido procesos de colonialismo más abiertos y duraderos, a la imposición de soluciones europeas sobre los intereses autóctonos y el escaso gobierno de su porvenir económico. Este perfil histórico de subordinación a las potencias industrializadas no puede ignorarse, porque entre las naciones africanas e incluso el seno de la Unión Africana pervive como esperanza la mano salvadora del hombre blanco europeo. La mayoría de los proyectos elaborados por las comisiones y discutidos en la Asamblea General incluyen la subvención de las naciones desarrolladas o su intervención indirecta para su aplicación. Para que las acciones de la UA resalten más allá de las buenas intenciones y admirables labores de información, deben consentir una revisión de los ideales nacionalistas y las políticas militaristas de muchos países.
La organización de instituciones supranacionales pasa por la mediación de cambios en la política nacional de los países miembros. Cuando se levantó la plataforma institucional de la UA, parece no haberse considerado la necesidad real de imponer medidas obligatorias para que los países efectuaran reformas internas. La Unión Africana aún se encuentra en estado incipiente en la concreción del bienestar de los africanos, los primeros pasos no se han materializado como intervención real en los problemas que aquejan al continente, sino la constitución de una compleja red de trabajo con salas y comisiones de competencias múltiples.

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