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LAS CATARATAS Para conocerlas hay que vivirlas…

Hace tiempo me daba vueltas la idea de un viaje.  Motivada por la necesidad de conocer un lugar diferente, alejado de nuestra ruidosa y ajetreada ciudad, donde la naturaleza tuviera presencia.

La razón que me llevo a decidir conocer este bello destino en particular fue la búsqueda de ese encuentro con la naturaleza y la curiosidad de ver uno de los Parques Nacionales más visitados de nuestro país.

El viaje que en principio era por 4 días solamente, gracias a unas vacaciones anticipadas que pude conseguir, me dieron la posibilidad de extenderlo a 7 días (incluyendo el fin de  semana) así vería y viviría las hermosas Cataratas del Iguazú desde Argentina y Brasil.

 

Al llegar a la provincia de Misiones me hospede en el Hotel “La Misión”, ubicado en la localidad de Puerto Iguazú, el cual se encuentra alejado de la ciudad, cercano a las Cataratas.  Lo bueno de este hotel  era que además de ser moderno y tener todas las comodidades a las que estaba acostumbrada en la ciudad tenía un jardín  enorme,  que se mezclaba con el ambiente de la selva en una continuidad, sin transición y que, además de la variada vegetación del lugar, en los arboles se veían y escuchaban cientos de aves, se podían divisar monos jugando y coatíes caminandp por el lugar, todos ellos conviviendo en la más pura libertad.

Los primeros tres días  del viaje hicimos un recorrido por la zona.  Entramos en el corazón de las Cataratas, acercándonos a los distintos saltos, el San Martín, la Garganta en el Diablo, sentí que estaba dentro de ellos.  Es una gran fuente de agua que con ruidosa fuerza impresiona y muestra la magnitud de la naturaleza.   El clima que tuvimos fue fantástico por lo que pudimos disfrutar mucho más la estadía.

El cuarto día fue libre y me permitió recorrer otra vez y más tranquilamente el lugar.  Apreciar nuevamente los paisajes y el colorido que la naturaleza brindaba.  Se veía diferente al paseo anterior, increíble como podía cambiar de un día  a otro, de la mañana a la tarde.  La ubicación del sol, las nubes, la luz y hasta el calor hacían que el paisaje fuera otra foto, con la magnificencia  del creador en cada paso.

Al quinto día cruzamos la frontera  y tuvimos la oportunidad de recorrer el lado brasileño.  La gente igual de hospitalaria que en el nuestro, me sentí como en mi propia patria. Aunque no habláramos el mismo idioma nos pudimos entender fácilmente, comprendí que no solo nos unía la pasión por el fútbol, sino que también las Cataratas nos hermanaba al compartir el amor por la naturaleza.

Ver las Cataratas desde allí me sirvió para darme cuenta que aunque estaban más lejos era igual de magnifico e impresionante. Era como ver la otra cara de la misma moneda que había visto antes, parecía que no hubiese nada que las dividiera, eran una sola, porque realmente las Cataratas son magníficas e impresionantes desde donde se las mire.

Tardamos 1 día para ir y otro de regreso, valió la pena el viaje en micro, descansé, pude relajarme, leer, buscar información de lo que podía encontrar y así llegar más motivada además el trayecto me permitió ver como se va modificando el paisaje desde la salida de Retiro hasta Puerto Iguazú, como cambia la densidad de población, lo extensa y bella que es nuestra Argentina.

Gracias a lo que experimenté en este viaje,  pude corroborar que superaba todo lo que había escuchado y leído sobre las Cataratas, que para conocerlas realmente hay que vivirlas a fondo.

Sólo por eso considero que fue una de las semanas más magnificas que jamás había tenido!