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Jóvenes que estudian y trabajan

Estudiar y trabajar cada vez es más común entre los jóvenes universitarios, dadas las condiciones en que vivimos actualmente, existen alumnos que se ven en la necesidad de tener que trabajar, ya sea para pagar sus estudios, para ayudar a la manutención de sus respectivas familias o simplemente para ir relacionándose con el medio en el que posteriormente se desenvolverán laboral y profesionalmente. Esta situación nos lleva a preguntarnos ¿Cuál es el motivo por el que los estudiantes están trabajando además de estudiar?; ¿Cuántas horas a la semana dedican a trabajar?; ¿De cuántas horas de sueño disponen? ¿Cuál es el motivo por el cual dejan de estudiar o de trabajar? Y ¿Cuál es el efecto que se produce en el estudiante con relación a su desempeño académico? ¿Les ayuda o les perjudica?

 

  1. Cuántos son

 

La radiografía más abarcativa es la del Censo de 2010, que arrojó que había unos 221 mil chicos de 14 a 17 años en toda la provincia y que casi 30 mil estaban estudiando y trabajando, es decir, el 13,2 por ciento.

El nivel de informalidad laboral es muy alto y la mayoría trabaja en comercios, servicio doméstico, construcción y algunas ramas industriales.

La ley Nº 26.390, que prohíbe el trabajo infantil y adolescente, establece que la edad mínima para poder trabajar es de 16 años (ver aparte).

Un estudio realizado por Daniela Cristina, Héctor Gertel y José Luis Navarrete (Instituto de Economía y Finanzas de la UNC) para el Consejo para la Planificación Estratégica (Copec) provincial, añade que el riesgo tiene una doble escala: dejar el colegio y ser un trabajador de baja calificación.

Uno de cada diez jóvenes argentinos estudian y trabajan. Según los últimos datos de la Encuesta Permanente de Hogares, el 10,9% de las mujeres y el 10,3% de los varones de 14 a 24 años estudian y están activos en el mundo laboral. Algunos empiezan a trabajar por necesidad, para ayudar a su familia. Pero muchos otros lo hacen por elección propia, para ganar autonomía o con el objetivo de aprender aquello que el colegio no enseña.

 

  1. Qué dice la ley

 

En junio de 2008 se promulgó la ley 26.390 de “prohibición del trabajo infantil y protección del trabajo adolescente”. Estableció en 16 años la edad mínima para celebrar contratos de trabajo, con autorización de sus padres.

Jornada laboral. De 16 a 18 años, no puede superar seis horas diarias o 36 semanales, salvo excepciones autorizadas. Está prohibido que trabajen entre las 20 y las 6 del día siguiente.

Excepción. Los menores de 14 y 15 pueden trabajar en empresas familiares no más de tres horas por día y 15 a la semana.

Aportes. Los menores no realizan aportes ni contribuciones previsionales sobre su sueldo. Sí, para la obra social.

Vacaciones. Licencia anual de, al menos, 15 días corridos.

Independientes. Los jóvenes de 16 y 17 años pueden trabajar por cuenta propia y adherir al Monotributo o inscribirse como autónomos.

 

  1. Ventajas generales de los jóvenes que trabajan

 

 

  1. .- Desventajas generales de los jóvenes que trabajan

 

  1. Conclusiones:

 

Las distintas razones por las que el joven estudiante trabaja, ya sea por  necesidad, aprendizaje y experiencia profesional y por motivos personales, nos permite observar la diversidad de condiciones de los estudiantes y el papel que el trabajo ocupa en sus vidas.

Asimismo, nos muestran que el análisis de este fenómeno no puede reducirse únicamente a los motivos, sino que también hay que tomar en cuenta otros elementos como la situación de los estudiantes ya sea económica o social, lo que el trabajo les aporta, sus experiencias y vivencias.

La experiencia del trabajo de los jóvenes ha demostrado que puede ser una carga que entorpece los estudios, que produce fatiga y desgaste, más allá de que se reconozca la necesidad de hacerlo. Están también aquellos que lo viven como una carga y aceptan sus efectos negativos a cambio de satisfacer un nivel de consumo.

En cambio, la mayoría de quienes lo viven como una aportación, encuentran satisfacciones como el aprendizaje, el crecimiento humano o los bienes materiales. También hay estudiantes que viven el trabajo como una actividad rutinaria y poco significativa, que la realizan más por inercia que por convicción.

El trabajo cumple una función importante en el proceso de inserción laboral ya que, por una parte, permite al estudiante ubicarse en un ámbito donde puede continuar, mejorar sus condiciones o encontrar nuevas oportunidades; por la otra, puede constituirse en un espacio de socialización laboral donde se adquiere experiencia. Por último, encontramos que el trabajo estudiantil abre la posibilidad material para muchos jóvenes de cursar una carrera o de contar con condiciones de mayor solvencia.