27 diciembre, 2024

El packaging o envase de los productos, a parte de su función práctica, es una tarjeta de presentación de la marca y de lo que nos ofrece. De un tiempo a esta parte, bien por imagen, por imperativo legal o, mi favorita, por concienciación ecológica, las marcas se están preocupando en el correcto empaquetado, que sea fácil, barato y sostenible y que a la vez se pueda desechar de manera fácil y óptima. A esto le llamamos eco-packaging.

Como consumidores estamos cada vez más concientizados con el reciclaje, pero de nada sirve si quienes crean y comercializan los productos que luego irán al contenedor, no tienen conciencia y ni se dan cuenta que son ellos quien pueden hacer posible el mayor cambio.

Afortunadamente las marcas, en alianza con los diseñadores, van cambiando esta realidad. En los últimos años hemos visto proliferar envases realizados a partir de materiales reciclados, diseños ambivalentes, que le dan vida al envase más allá de contener el producto, la optimización de los mismos para economizar en materiales y tintas. A parte de los envases que podemos detectar como “eco” hay muchos otros que sin ser lo parezcan, han sido pensados y desarrollados de manera más sostenible posible. Y por otro lado, que es el que menos nos gusta, hay marcas que por imagen crean envases aparentemente ecológicos, con cartones reciclados, por ejemplo, pero que luego no resultan serlo tanto, a veces haciendo los envases demasiado grandes, con gran gasto de material o impreso con tintas contaminantes. De poco sirve sí con una mano destruimos lo que hacemos con la otra.

Aunque queda mucho camino por recorrer vamos en la dirección correcta. Entre todos podemos cambiar la manera de consumir.

 

Un envase ecológico no tiene que estar reñido con la creatividad, soluciones audaces y estéticas pueden dar una vuelta de tuerca a estas diferencias que por el grado de beneficio para con el medio ambiente vale la pena implementar.

En mi opinión sé que este modelo de packaging es, en muchos casos, medio complicado de obtener el resultado esperado, es como que siempre le falta algo, dureza para el fin determinado al igual que la resistencia, estética o simplemente tamaños grotescos o sin terminación. Algo que suponen las empresas es de mal gusto, por lo tanto se sabe que grandes empresas estén celosas en implementar estos envases.

Por un lado se entiende que motiva o bien las razones de no cambiar por parte de la mayoría de las empresas a este amigable proceso para el cuidado del planeta. Ya que las empresas invierten mucho en tecnología, maquinarias, capacitación y procesos de producción, al fin de cuentas estos factores dan el crecimiento de todo emprendimiento industrial. Quienes toman las decisiones en cuanto a la presentación del producto terminado, pocas veces corren el riesgo de implementar un cambio, más cuando este da resultados. Eso pasa siempre y sin olvidar el riesgo que implica adaptar a sus clientes a una nueva forma de recibir su cartera de productos, estimo que a la hora de innovar nadie quiere ser el responsable de tal cambio.  A pesar de esto, nosotros los consumidores deberíamos manifestar la adhesión y recibir con entusiasmo estos envases ecológicos. Pero para eso nos falta mucha cultura en cuestiones de protección ambiental, educar a nuestra sociedad no es tarea fácil, partimos de que no nos hacemos respetar como consumidores, no le hacemos frente a las firmas, no cuestionamos nada de lo que se nos da para consumir y A PESAR DE PAGAR POR ALGO QUE A MENUDO NO NOS CIERRA.

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