24 noviembre, 2024

Autor: Melany Idler

 2º Año de T. S. en Turismo.

(Patrimonios de EAAyO)

Jerusalén es el santuario de tres religiones: Judaísmo, Cristianismo e Islam. Es un lugar de exquisita belleza, pero también de fea vulgaridad. Para algunos, es el centro del mundo y el hogar de Dios, pero para otros, es el mejor argumento contra las religiones que jamás haya existido. Es una ciudad que siempre está cambiando, nunca es  la misma, y siempre ha vivido con mucha violencia.

La espiritualidad de Jerusalén la ha convertido en la ciudad más disputada y codiciada de la historia. Durante siglos, judíos, cristianos y musulmanes han competido para apropiarse de la historia y la santidad de este lugar.

Para comprender cuál es la razón del conflicto, debemos saber cómo llegaron las tres religiones a Jerusalén: el judaísmo, el cristianismo y el islamismo son tres religiones monoteístas denominadas “abrahámicas” por su identidad espiritual con Abraham; es decir, las tres son ramas del mismo árbol que nacieron en distintos contextos. Por un lado, el judaísmo fue la primera de las tres en ser fundada, nació con el llamado de Yahvé a Abraham para que éste último sea padre de una gran nación. El cristianismo, por su parte, se origina como el resultado de la venida del Mesías esperado por los judíos como Salvador del Mundo; sin embargo, no todos los judíos lo aceptaron como el Mesías. El islamismo tiene su origen en Mahoma, profeta y fundador árabe de dicha religión, quien decía que los árabes eran el pueblo elegido por Dios y no el pueblo hebreo. La diferencia entre las raíces de las tres religiones marca las primeras tensiones entre ellas.

Las tres religiones comparten sus orígenes en el Antiguo Testamento y todas se han reivindicado a Jerusalén como propia.

Jerusalén es un nombre que resuena por igual en el corazón de cristianos, judíos y musulmanes, aunque a menudo ha sido centro de historias de división y conflicto entre personas de distintas religiones, todos están unidos en su reverencia a esta tierra sagrada.

En el corazón de Jerusalén se encuentra la Ciudad Vieja, rodeada por una muralla y dividida en cuatro barrios: el judío, el armenio, el cristiano y el musulmán. Estas murallas rodean los importantes lugares sagrados de las tres religiones principales: el Muro Occidental (venerado por los judíos), la Iglesia del Santo Sepulcro y el Domo de la Roca en el Monte del Templo.

Dentro del Barrio Cristiano está la Iglesia del Santo Sepulcro, un centro importante para los cristianos en todo el mundo. Está localizada en un sitio que es central en la historia de Jesús, su muerte, crucifixión y resurrección. La iglesia es considerada la última y más sagrada etapa del Camino a la Cruz.

El Barrio Musulmán es el más grande de los tres y contiene el santuario de la Cúpula de la Roca.  La Cúpula está ubicada en un sitio muy importante para los musulmanes, con un significado religioso porque, según el Corán, el profeta Mahoma transubstanció de la Meca a Jerusalén con el arcángel San Gabriel y en esta roca ascendió a los cielos. Además, tiene una relevancia política, la llanura donde se construyó estuvo ocupada, anteriormente, por el Segundo Templo Judío de Herodes el Grande. Herodes  fue el que inició la reconstrucción y ampliación del Segundo Templo con el propósito de tener una capital acorde de su dignidad y grandeza; y para ganarse el apoyo de los judíos. No sólo eso, la Roca también es el sitio donde tuvo lugar el frustrado sacrificio de Isaac, el hijo de Abraham.

Abraham es, según la tradición bíblica, el fundador del judaísmo. Este hombre es importante para las tres religiones ya que es el primero de los patriarcas postdiluvianos del pueblo de Israel y del pueblo árabe; su nombre quiere decir  “padre de muchos pueblos”.

El Barrio Judío alberga el Kotel, o Muro de los Lamentos, un fragmento del muro de contención de la montaña en la que el Monte del Templo alguna vez se erigió.

Hoy, el Muro de los Lamentos es el punto más cercano donde los judíos pueden orar al Sancto sanctórum. El muro es lo único que queda en pie del Segundo Templo Judío. Es un muro de contención. Los judíos insertan hojas de papel con deseos u oraciones en las grietas del muro.

El Muro de los Lamentos es también importante para los musulmanes ya que se cree que Mahoma ató al muro el caballo con el que viajó de La Meca a Jerusalén.

Es difícil visitar Jerusalén, incluso hoy día, sin sentir la descarga espiritual, es la ciudad de las mil caras y las mil interpretaciones. Jerusalén ha sido conquistada y ocupada más que cualquier otra ciudad de la historia, fue construida y reconstruida muchísimas veces,  gracias a todos los enfrentamientos que ocurrieron. Esta ciudad antiquísima tiene tanta importancia desde el punto de vista religioso para las tres religiones, que nunca debería ser capital política de ningún Estado.

Una comisión dependiente de la ONU y formada por igual número de delegados judíos, musulmanes y cristianos podría administrarla sin objeciones ni problemas. La desmilitarización de la ciudad podría ser un importante paso previo de una fase de mayores dimensiones. En realidad, ya comparten nada más y nada menos que la creencia en el mismo Dios que les ordena vivir en paz con todos los pueblos de todos los lugares.

Lo que se requiere para poder convivir en paz, es aceptar las distintas religiones, comprenderlas; ser tolerantes. Como dijo alguna vez el escritor francés Víctor Hugo: “La tolerancia es la mejor religión”.

Jerusalén es una ciudad que despierta emociones sobrecogedoras, que promete experiencias espirituales y religiosas, intensidad y placer, interesantes recorridos y divertidas aventuras. Allí, además de los fascinantes territorios históricos y arqueológicos, existen sorprendentes atracciones turísticas modernas para los amantes de la cultura, las artes, el teatro y la música, la arquitectura y las delicias gastronómicas.

El turismo construye PAZ. Viajar desalienta el racismo. Hagámoslo realidad.

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