En esta oportunidad les dejo una perlita de LA GENERACION DORADA, con Manu Ginobili y Cia.
In your face
Semifinal de los Juegos Olímpicos en Atenas 2004. Partido contra Estados Unidos, el gran candidato a la medalla dorada, que buscaba desquitarse frente a la Argentina de aquella durísima afrenta sufrida en el Mundial de Indianápolis 2002, donde perdieron un invicto de diez años. «Por una casualidad que nunca se dio, ni entendí por qué, coincidió que los dos planteles debieron salir a la cancha por el mismo pasillo y teniendo las puertas de los vestuarios exactamente enfrentadas», contó Alejandro Cassettai, jefe de equipo en aquella oportunidad. «Los chicos estaban como locos, eran leones enjaulados. Recuerdo que vinieron cantando desde que salieron de la Villa Olímpica hasta el vestuario. Tenían un enchufe tremendo», agregó.
Lo que ocurrió después fue increíble. «Sorprendió a todo el cuerpo técnico». Justo cuando Tim Duncan abre la puerta del vestuario, portando unos auriculares enormes en sus orejas, y atrás se encolumna solemne y concentrado el resto del Dream Team, los argentinos coinciden en la salida, los miran y mientras empiezan a caminar apareados hacia la cancha, todos, al unísono y espontáneamente, explotan en un coro estentóreo: «¡Hijos nuestros, hijos nuestros, hijos nuestros!». Moviendo el brazo y mirándolos a las caras. Así hasta que desembocaron en la cancha. «Los norteamericanos no entendían nada», concluyó Cassettai. Ganas, confianza, carácter, atrevimiento, un auténtico símbolo de la Generación Dorada expresado en un grito de guerra desenfadado.