El embalaje tiene como función acondicionar la mercancía para protegerla y conservarla durante los procesos logísticos, resaltando la importancia de su resistencia y facilidad, contienen atributos que permiten diferenciar la variedad de productos con los que se cuenta, facilitan el conteo de los productos existentes y así tener mayor control de inventario y en su camino al consumidor, muchas veces son indispensables para la agrupación de mercaderías más pequeñas, unificándolas para darle una mayor rapidez en su proceso.
Por tanto, cada producto requiere de un tipo de embalaje distinto de acuerdo a sus propias características físicas, fragilidad y vida útil. L a forma siempre debe de ser acorde al tipo de manipuleo que va a recibir dicha mercadería, teniendo en cuenta todo el proceso previo que la misma posee antes de llegar a su fin, sabiendo que no solo va a protegerla de golpes y ralladuras, sino que también es una protección contra mermas, humedad, polvo, insectos, roedores, etc.
Debe ser siempre sostenible para minimizar el impacto medio ambiental y ajustarse a las necesidades del consumidor
El embalaje de mala calidad puede resultar contraproducente para el productor, exportador y distribuidor ya que pueden resultar en daño, descomposición, e incluso, en casos extremos, el rechazo total por parte del comprador. Así, un mal empaque y/o embalaje puede resultar en la pérdida de una venta y hasta en la pérdida del cliente.
Por lo tanto podemos decir que el embalaje es una garantía del producto.