VISITA AL PALACIO SAN JOSÉ

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El palacio San José Museo y Monumento Histórico Nacional Justo José de Urquiza fue la residencia del primer presidente constitucional de Argentina y gobernador de Entre Ríos, general Justo José de Urquiza y de su esposa Dolores Costa.
El palacio se encuentra ubicado en el distrito Molino del departamento de Uruguay de la provincia de Entre Ríos, entre las localidades de Herrera y Caseros, a unos 30km de Concepción del Uruguay.
Urquiza, dueño orginal, lo bautizó Posta San José, pero por el lujo y “tecnología” con la que contaba para la época, los vecinos y visitantes empezaron a llamarlo Palacio San José. Originalmente era una estancia de 2500 hectáreas, de las cuales 20 estaban destinadas a parques, jardines y una enorme quinta de frutales, en medio de los cuales estaba situado el casco principal, construido en estilo renacentista italiano por Pietro Fossati.
La obra le demandó 10 años de trabajo, entre 1848 y 1858, y aunque la empezó Dellepiane (que la abandonó a poco de iniciada), Fossati, asistido por su hermano escultor la finalizó. Toda la obra fue llevada a cabo por tallistas, herreros, pintores y jardineros, todos traídos del extranjero exclusivamente para esta construcción.
Su frente está enmarcado por dos torres simétricas ubicadas en las esquinas, fueron construidas con fines de vigilancia y desde ahí se podían ver los alrededores del campo a varios kilómetros de distancia. Está decorado con un friso de motivos clásicos y un barandal que en su centro tiene el escudo provincial. A los pies de la imponente entrada, hay un hermoso jardín con flores y árboles traídos de todas partes del mundo de las cuales algunas, siguen creciendo. En la galería, como la entrada principal era la más fresca a la hora de la siesta ya que no daba el sol, el general había mandado a colocar ganchos para colgar las hamacas paraguayas donde a esa hora se descansaba.
Por supuesto el jardín también estaba perfecta y simétricamente diseñado y tenía los mismos canteros, las mismas flores, los mismos árboles de un lado y del otro. Con una fuente en el centro, y dos peceras a los costados (una a cada lado), que tenían una profundidad de dos metros y contaban hasta con una escalera de material para que pudieran limpiarlas con mayor comodidad.
La planta principal tiene 38 habitaciones de gran tamaño, todas alrededor de hermosos patios. Además cuenta con dependencias de servicio, una capilla, cocheras, una pulpería y hasta un lago artificial de 180×150 metros y de 5 metros de profundidad.
El palacio era considerado un pequeño pueblo ya que, en él vivían cerca de 300 personas. Contaba con habitaciones para huéspedes para los que, además, solían organizarse grandes fiestas de estilo veneciano a la orilla del lago artificial que el general mandó a construir con pico y pala y que, para que el agua no se filtrara, cubrió con polvo de mármol. Incluso, paseaba a sus invitados en un barco a vapor de 50 metros.
El frente da paso al Patio de Honor, rodeado por una amplia galería con un frente de arcos que se asientan sobre columnas de estilo toscano, en la que se ubican las salas de recepción, escritorios, el salón de billar, comedores y los dormitorios para la familia del general y sus reconocidos huéspedes.
El segundo patio, denominado el Patio del Parral, está bordeado por un parral de hierro forjado y es semejante al anterior. En él se encontraban las habitaciones para los visitantes de menor categoría.
Existe un tercer patio, en el contrafrente, donde se encontraban las dependencias y habitaciones para el personal de servicio.
Al mismo tiempo, una entrada trasera, que era la más utilizada (para preservar los pisos por el uso continuo de carruajes y por comodidad), en la que además de nuevos maceteros gigantes con distintos tipos de flores se encontraban esculturas de Alejandro Magno, Julio César, Napoleón y Cortez. Al mismo tiempo, esta entrada lleva al tercer patio, donde se encontraban los talleres, la pulpería (hoy una tienda de regalos), y la maravillosa capilla.
La capilla era un oratorio público, aceptada por el Vaticano en el año 1851, iniciándose su construcción en 1856 y bendecida el 19 de marzo de 1859. También realizada por Fossati, y detallada por José Cluellas y Pedro García, su forma original era hexagonal. Pintada por el uruguayo Juan Manuel Blanes (quien pintó todo el palacio, e inlcuso hizo distintos cuadros sobre los relatos de las distintas batallas en las que participó el general; se destaca mucho porque no había podido aún estudiar pintura, solo recién de finalizar con el palacio pudo viajar a Europa y estudiar arte). Dejó su firma sobre los pilares, con ángeles sosteniendo telas con las letras de su apellido, dentro de esta pequeña capilla se encuentran dos púlpitos donde sólo la real familia de Urquiza podía acceder, uno era real y el otro era falso (para mantener la simetría), aunque, se cree que no eran utilizados ya que una mujer de época con los vestidos y accesorios que tenían, no podría pasar por esa escalera tan angosta; Además, al ser para la familia, es difícil imaginar que se utilizara ya que Urquiza vivía en el palacio con once de sus hijos y su mujer, Dolores. Los púlpitos inspirados en masonería, al igual que un lugar especial para el coro, encima de la puerta pero inaccesible (no tenía escaleras). Lo más curioso de la capilla, es que se encuentra ahí una pila bautismal de mármol italiano, donde fueron bautizados los dos últimos hijos del general. Fue enviada como regalo del Papa Pio IX especialmente, sólo existen dos en el mundo, la otra está en el Vaticano.
El Palacio San José cuenta con servicio de agua corriente, incluso se instaló allí 18 años antes que en Buenos Aires, y aún hoy siguen funcionando.
El interior del Palacio, estaba decorado con muy buen gusto y elegancia, con cuadros y murales.
En esta imponente construcción se desarrollaron eventos históricos para la naciente República Argentina, y allí vivió y murió el general Urquiza, asesinado el 11 de abril de 1870. El dormitorio donde ocurrió el asesinato, fue transformado posteriormente por su esposa en un oratorio. El 24 de agosto de 1994, en el parque del Palacio, los convencionales juraron una nueva Constitución Nacional Argentina.
En cuanto a las habitaciones, la más interesante fue Sala de oratorio, antes habitación de Urquiza: Fue la habitación en la que fue asesinado. A Urquiza lo entregaron sus propios hombres, lo acusaron de traidor por querer mediar con Buenos Aires, y los unitarios. Tenía 68 años cuando lo asesinaron, él se encontraba en la galería leyendo cartas cuando escucho a cincuenta hombres a caballo que se habían metido al palacio por la puerta de atrás. Cruzó el Patio de Honor y corrió a buscar un arma, porque entendió que había sido traicionado. Al entrar a su propio cuarto a buscar un arma para defenderse, se encontró con Dolores, que estaba amamantando a la más pequeña de sus hijas, de sólo dos meses. La sacó como pudo e intentó salir nuevamente, pero para ese momento los hombres estaban en el Patio de Honor y le dispararon a la cara, la bala le pegó en el costado izquierdo, pero rebotó ya que le dio en un implante de oro que tenía en la boca. El golpe lo debilitó y perdió sangre, cuando quiso pararse y cerrar la puerta dejó la marca de su mano ensangrentada. Volvió a caerse, y fue Lolita, su hija de 17 años, la que lo entró arrastrando como pudo y lo recostó a un costado de la cama, queriendo ayudar a su padre. Pero, Nico, su mayordomo, la mano derecha del general dentro del hogar, entró y lo apuñaló cinco veces por lo menos, en el pecho, sobre los brazos de su hija.
Luego de este momento trágico, Dolores convirtió la habitación en oratorio, e hizo una placa explicando la muerte de su marido y haciendo responsable de la muerte a su compañero de ejército, el hombre que diseñaba sus estrategias militares, el general López Jordán.